domingo, 6 de diciembre de 2009

Cena

Pues sí. Anoche hubo cena, de compañeros de clase de bailes latinos -sí, hasta hace bien poco iba a clases, ¿quieres pelea?-, y como mandan los cánones de esa clase de cenas hubo de todo. Bar de barrio, tapeo de refritos, camareras -una, que tampoco era Jauja- intentando escaquear jarras de cerveza ya incluidas en el precio. Afortunadamente me senté con el sector de los muy cerveceros, así que en cuanto se retrasaba un poco el suministro enseñaban un colmillo y gruñían. Hubo gente que finalmente no acudió, otros a los que acogimos gratamente en la mesa al ver que llegaban por lo menos al café, y uno que llegó ya alegre, por su cuenta -¿quién demonios era ése?-. Incluso como en la última cena, no faltó quien soltó la conocida mirada "¿No seré yo, Señor?". Así que fue algo completito, con mucha clase. Y la parte más positiva de todo esto es que al acabar yo me disculpé cordialmente y me retiré, mientras el resto acudía a un local cercano de bailes latinos. Sigo muy convaleciente del hombro, lo que pocas veces me procura alguna ventaja inesperada.

En realidad, más que anoche, mi abuela diría "hace unas pocas de horas". Y es que, cuando duermes a tan escasos intervalos y trompicones, la noción que tienes del tiempo va un poco a su bola. La culpa la tuvo El Tercer Café de anoche, al menos buena parte de ella. Pero no pasa nada, últimamente con esto de dormir poco me ha dado por recopilar películas que debí ver hace mucho -¿podéis creer que hasta hace un par de días aún tenía pendiente "Ciudadano Kane"?-, así que mientras escribo estas cuatro cositas voy descargándome "Amadeus" y "Tarde de perros", que imagino se me juntarán ya con el café de la mañana. Maldita Nespresso y su disponibilidad a cualquier hora del día...

Sí, definitivamente habrá café, porque en uno de los intermedios que tienen mis sueños se me han ocurrido algunas tontunas que pueden tener un sitio en el monólogo que voy escribiendo a ratos. Ese que probablemente borre en uno de mis arrebatos de "¡¡Pero si esto no puede hacerle gracia a nadie!! ¡Holly shit!". Y como tengo que anotar en algún sitio esas grandiosas ocurrencias, para que no se me olviden antes de tener oportunidad de borrarlas, mato dos pájaros de un tiro -la echaron anoche, no recordaba lo sobreactuado que estaba Mel Gibson- y dejo constancia en el blog en vez de tener otro documento Word esparcido por el escritorio.

Una creo que tratará de fútbol, pero del bueno, del que jugábamos en el patio del colegio. En vez de fichajes, se juntaban los dos mejores de clase -Juanito y Raúl, con esos nombres ya me dirán...- y se turnaban para ir eligiendo a los mejores, y descartarnos a los menos mejores. Al final solíamos quedar yo y Salustiano, el hijo del pastor. Vale, y con ésto ya creo que recordaré hacia dónde pretendía llegar en el monólogo.

La otra iba sobre la doble personalidad que estoy desarrollando por culpa de los trastornos de descanso, los alimenticios -¿he comentado que desde que la operación no he vuelto a comer cadáver de animal? ¿No?- y mi sobreexposición a la cafeína. De momento todo está controlado y no me preocupa mi alter-ego. De vez en cuando me aconseja quemar algunas cositas, y una vez me sugirió que me enamorara obsesivamente de una mujer a punto de casarse, fotografiarla a hurtadillas durante meses y empapelar una habitación con sus caras. No lo hice porque tengo todas las habitaciones llenas de trastos, y lo fui dejando. Pero todo eso me da igual, porque pensaba hacerlo de todos modos. Además, algo tiene que decirte una voz interior, si no ¿para qué la quieres? Si sólo consistiera en eso, bien, no entendería el miedo que le tiene alguna gente a los brotes esquizoides. Lo que me inquieta es que, conociendo mi mala estrella, seguro que no queda aquí la cosa. Me veo a mí mismo pidiéndome pasta prestada, y luego poniéndome excusas absurdas para tardar en devolverla. Como soy tan tonto, seguro que al principio me las trago, aunque luego vaya por la casa esquivándome cuando ya no se me ocurran nuevas. Y lo que realmente empieza a acojonarme, ya hablando en serio, es que ha empezado a sugerirme que estudie para unas oposiciones, a ver si con suerte me coloco en un buen ayuntamiento de funcionario. Sospecho que mi otro yo es en realidad mi madre...

sábado, 5 de diciembre de 2009

Hello world.

Cuando uno es recién llegado a un sitio, es de recibo presentarse. Ahora bien, ¿y si todavía no ha llegado nadie? Aún más: ¿y si sabe que lo más probable es que pase mucho tiempo antes de que alguien aparezca, e incluso sospecha que puede que nunca suceda tal cosa? Entonces estamos hablando de un paria, o al menos un tipo que se ha equivocado.

Pero no, aún no es el caso. He creado este blog sabiendo que -siendo optimistas- poca gente aparecerá por aquí, y aún un minúsculo porcentaje de esos visitantes hará constar su paso por este yermo desierto dejando comentarios o enviándome mails amenazadores. Y eso es lo mejor de todo: que me da lo mismo. Maldita sea, no voy a justificar lo injustificable. Únicamente daré mis razones. Este blog nace por unas circunstancias bien concretas...

Desde hace aproximadamente cuarenta y cinco días me encuentro recluido en mi casa, más de lo habitual, debido a una operación. En alguna parte de nuestra vida casi todos acabamos pasando por el quirófano al menos una vez, y en mi caso ha sido a los 31 años debido a que padezco una "luxación reincivante de ambos hombros". Usease, que se me salen cada dos por tres por las razones más variopintas, desde realizar un poderoso ataque de kung-fu que pocos maestros en el mundo conocen, hasta intentar alcanzar el mando a distancia o dar una vuelta en la cama en mitad de un sueño. Como comprenderéis -¿ya ha llegado alguien?-, algo incomodísimo e inaceptable. El caso es que después de sufrir estos percances desde donde la memoria me alcanza y tras numerosas pruebas médicas y solicitudes de operación en la que distintos cirujanos tenían distintas opiniones -el uno por el otro, la casa por barrer- finalmente el 17 de octubre me avisaron por teléfono instándome a que me presentara -limpito, ayunadito y tempranito- el día 20 para mi anhelada operación. Me explico, no es que fuera anhelada ni mucho menos en sí misma, pero no podía seguir las 24 horas con el miedo en el cuerpo por si cualquiera de mis dos articulaciones decidía irse de vareta. Os lo juro, habrán cosas peores seguro, pero una luxación de hombro es la más horrenda y traumática sensación que jamás he experimentado... hasta la fecha. Y si se produce con una regularidad aproximadamente menstrual, es ya la leche. Vale, vale, ya me salgo de este jardín. El caso es que me alegré bastante de que al fin me operaran, pero debido a la complejidad de la intervención, que no explicaré de momento, asumí también que tendría un largo perído de rehabilitación. Y aquí llega la madre del cordero: durante mes y medio he estado con el brazo en cabestrillo intentando que no se moviera en absoluto para no estar dependiendo de calmantes. Esto ha implicado mucho sofá, mucha tele, el doble de vagabundear y escarbar por internet -cielo santo, prácticamente todo es porno- y aún así 20 horas diarias de aburrimiento. Sí, he dicho 20 horas diarias. Debido a mi incómoda posición para dormir, el poco desgaste físico al que me veo sometido y que recientemente me han regalado una de esas malditas Nespresso y un montón de monodosis de ¡dieciseis! distintas variedades de café, he estado durmiendo realmente poco. Hasta ahora el Facebook me ha salvado la vida, aunque hay que reconocer que tiene dos caras opuestas: por un lado me ha presentado ciertas personas interesantísimas, pero por otro esas personas han tenido que aprender a convivir con mi presencia virtual. El yin y el yang, my friend. Pero como he oido que hay vida más alla de sus fronteras, he decidido que puestos a (mal)gastar créditos de vida al menos escribiré algo que me distraiga y puede que hasta me permita despilfarrar algo de bilis. Básicamente eso...

De momento terminan aquí mis justificaciones, esas que no estaba dispuesto a dar hace bastantes lineas. Para variar esta noche tengo una cena y se me echa el tiempo encima -probad a ducharos, vestiros y arreglaros con un solo brazo- para irme. Así que...

Continuará... (o no)