jueves, 9 de junio de 2011

ECHO DE MENOS EN LA GRAN CIUDAD...

Que la ceja se te levante sola. Los dibujos que hace tu boca de manga sin permiso. Cuando levantas una pierna al dar un beso a alguien. El redoble a dos manos que me marcas en el pecho (“tá-tatatá!”) cuando no sabes qué decir. Que inventes palabros tan tuyos y tan lógicos que parece mentira que no existan todavía. Las canciones de Julio Iglesias o Al Bano, que saltan de repente en la lista de tu iPod y descolocan a cualquiera, a veces en la situación más delicada. Los cigarros que echabas de madrugada en el balcón, en ropa interior. Que tengas los pies bonitos y encima los llames “páinrels”. Las cicatrices de tus rodillas, porque de pequeña estabas mú loca. Que sepas transcribir perfectamente cualquier ruido o sonido en un chat, y en cambio en persona imites tan mal a Chiquito (y en general). Cómo escribes, qué escribes y sobretodo desde dónde escribes. La cara de ratón que pones a veces sin darte cuenta. Cuando bailas única y exclusivamente para divertirte y todo lo demás no te importa un carajo. Que no sepas mentir. Que no necesites mentir. Esa exasperante manía de aplicar abreviaturas a las expresiones más insólitas. Las cervezas que eres capaz de beberte. Cuando exiges atención dando un golpe camionero en la mesa. Esas veces que me llamas gilipollas, por la sonoridad que adquiere en tu boca. Que me guardes secretos. Que la líes parda justo antes de poner cara de mascota arrepentida. Que seas tan bonita por dentro que a veces se me olvide que también lo eres por fuera. Tus contestaciones rápidas, muy a pie (qué gran actriz podrías ser si quisieras). Tus carcajadas repentinas viendo una comedia en la tele, o en mitad de la Gran Vía, o en un velatorio. Que poseas la propiedad intelectual del mejor guiño de ojo del mundo. Que seas mucho más de lo que crees que eres (lo que en parte también es trágico). Que a tu edad prefieras beber un Rioja razonable viendo a Woody Allen en lugar de calimocho con “Crepúsculo”. Tu espalda, tu cintura y... ¿ya he mencionado tus rodillas? Que apuestes por mí aun cuando nadie más lo haga. Ese ruidito gatuno que te traiciona cuando se cruza en tu camino Mr. Clooney, Sir Connery, o en general cualquier señor mayor con traje. Que seas tan tú que no existan más “tús”. Cuando esperaste en mi portal mientras llovía. Que seas una de las personas más valientes que he conocido. Lo que un día llegarás a a ser, aunque ahora mismo no tengas ni idea. Tu cerebro, ora torcido, ora recto (yo salgo ganando).

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