lunes, 7 de junio de 2010

CONFESANDO CONFESIONES

Voy a confesar algo: yo odio. A veces, claro. No quiero decir que mi estado natural sea ese. Pero sí, sí, odio cosas. Hasta alguna gente si me apuras. Quien sufra mis estados de Facebook habitualmente podrá sentenciar categóricamente "¡Doy fe!". Incluso concedo que tengo temporadas de odios encadenados, tantos que estoy seguro de que más de un contacto habrá acabado bloqueandome, o hasta eliminándome. Y lo entiendo, de verdad, cada uno es cada uno. Por mi parte, también yo he querido hacerlo con quien sistemáticamente reprende mi negativismo, esgrimiendo frases inconexas del Gran Manual de la Autoayuda, y asegurando que ser una persona absolutamente positiva es maravilloso, y blablabla. Al carajo. No lo es. Es mentira, pura fachada. Cómete una ensalada de bellísimas flores exóticas si quieres, y asegúrame que además es deliciosa. Pero no esperes que me lo crea, sólo déjame disfrutar de tu cara al masticarlas mientras sigo disfrutando de mi grasiento bistec con patatas.

Todos odiamos. Espera, estoy tan convencido de ello que lo repito en mayúsculas: TODOS ODIAMOS. Lo que detestamos nos define tanto como aquello que amamos, al menos por eliminación. Y no menciones la existencia de ningún margen intermedio formado por la indiferencia. Simplemente se trata de una etapa todavía inmadura e ignorante. Cualquier cosa, persona o concepto que se encuentre en ese limbo se mueve constantemente hacia uno de los dos puntos. Con el suficiente tiempo o conocimiento al respecto llegará a su posición. En su justa medida, ciertos odios son innatos a nuestra naturaleza, lo saludable es no sacarlos (demasiado) del armario, o por lo menos que no tengan llave para abrir la puerta de la calle y salir a su antojo. Asumirlos y comerlos con una guarnición razonable. Por supuesto también reconozco que muchos odios (odiosos) no son lo más adecuado, por mucha capacidad justificatoria que los defienda. Pero lo mismo pasa con el amor equivocado, y de esto último nos rodean los ejemplos.

Así que, amad@ amig@ que te escandalizas por mi cascarrabiez aguda mientras juras y perjuras que, de ser más buenrollero y estar en paz con el karma otro gallo me cantaría, te advierto que cualquiera de mis próximos posts pueden ser ofensivos para ti o para la respetable señora madre del susodicho gallo. Sáltatelo si te apetece, elimíname si tu aura dorada de energía positiva te lo aconseja, o juégatela y léelo mientras me imaginas vestido de colorines (peluca graciosa incluida) y saltando alegre y feliz en el pais de las piruletas amistosas, para minimizar daños.
Deberías pensártelo.

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1 comentario:

  1. Todo lo leido enciende una lucecilla en mi cabeza: ¿Qué es el odio?
    Porque "Odio" es una palabrota, no en el sentido en el que solemos hablar, sino en el de "grande", como muchas otras que cuestan definir (O me cuestan a mí).
    Utilizamos esta palabra con frecuencia, al menos la mayoría de los mortales. Incluso yo, que me considero una discípula de las teorías "positivistas", también la utilizo (ya lo sabes..jeje). Sin embargo, me imagino que, en muchas de esas veces, significando un "no me gusta" exagerado o enfatizado, y del que somos conscientes. Otras veces parece que la empleamos de un modo más inherente a la conducta humana y su definición se asemeja más a un sentimiento "altamente negativo" y lindando, puerta con puerta, con el rencor (Otra palabrota).
    Creo que, en cualquiera de los dos casos, hablamos del mismo término y, seguramente, alguien podría siempre ampliar la significación relativamente.
    Con esto vengo a decir que, Sí, "técnicamente" odiamos todos, siempre que utilizamos el superlativo de "No me gusta" (pura lingüística). Pero, "odiar", en el sentido de resquemor prolongado, a veces irracional, o destructivo, no creo odiar. Es más, quiero y elijo creer que hay gente que puede "NO odiar". Tal vez sea cierto que en el futuro algo, o alguien, pueda despertar en mi esa sensación. No obstante, hasta el momento, estoy contenta de permanecer en mi gris, "inmaduro" o "maduro". El mismo respeto merece el que ve las cosas "Blanco-Negro", como el que las ve "Gris", e incluso de "Color". Sólo podemos meternos en "el mismo saco" como seres humanos y, los que queramos, intentar enriquecernos con esos diferentes puntos de vista.
    Comparto el "no querer cambiar a las personas" o , la estupidez de pretender hacerlo. Se puede hablar de inspirarlas, en ningún caso de cambiarlas. Evolucionamos continuamente, y esa evolución está repleta de pequeñas interacciones, intoxicaciones, aportaciones y experiencias con los demás. Es inevitable "evolucionar". ¿Para bien? ¿Para mal? NO soy quien para juzgarlo. Pero siempre seré partidaria de la aceptación y , a la vez, de la receptividad o flexibilidad.
    Simplemente soy una espectadora encantada de ver (al contrario que yo), que hay gente que tiene las cosas claras. Que encuentra respuestas a sus interrogantes y, sobre todo, que siendo tan distinta, sepa tocar una "tecla" ahí dentro que te mueve a una reacción, inspiración o reflexión.

    Gracias Don Qui.

    Psd: (Y te jodes y no te borro).

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