sábado, 2 de enero de 2010

Vaya, vaya...

Pues sí: vaya, vaya. Acabó el 2009 y según todos los sms llegados a (y salidos de) mi móvil, el 2010 promete ser el año definitivo, traer felicidad, prosperidad y mantener en mi agenda de la tarjeta sim amigos que no te defraudan. Y la verdad, me aterra un poco que llegue marzo y todo se vaya al carajo, "¡Sorpresa, lo único que cambia es que eres un año más viejo!". Pero tampoco será excesivamente horroroso. Es lo bueno y tranquilizador de todo lo previsible: te da tiempo para tomarte tiempo. Así que la felicidad se mantendrá en su balsámico promedio, de prosperidad andaremos bien, gracias, y en cuanto a los amigos... Pues eso, aparte de los fijos por derecho propio, unos irán descubriéndose a sí mismos y acabando en un merecido olvido, y otros nuevos y esperanzadores les sustituirán.

Lo sorprendente es que este blog, contra todo pronóstico tenga ya ¡tres entradas!. Siempre pensé que se quedaría en dos, y a otra cosa. Y después de ciertos giros inesperados en el guión de mi vida, que en realidad no lo eran tanto, parecía que acabaría marchitándose y muriendo. Y subiendo al cielo de los blogs, que imagino que en realidad es un purgatorio a rebosar de otros casi tan prescindibles como éste.

Pero para tranquilizar a los fieles lectores, que me consta que son al menos dos, he de decir que una vez colgadas tres entradas, lo más fácil del mundo es que sigan produciéndose otras muchas más por inercia e insomnio. Al menos hasta que se me acabe la caja de capsulitas de Nespresso, o mi brazo decida que ya está bien, puedo volver a dormir con normalidad. Lo primero que suceda.

Por lo demás, casi todo sigue igual. Mi moto sigue parada en el garaje, y nuestra relación empeora por momentos. Últimamente me contesta con monosílabos, y empiezo a sospechar que planea pirarse con otro que la atienda mejor. Los halógenos de mi casa van fundiéndose a un ritmo alarmante, y de momento el hombro izquierdo no me permite cambiar ninguno, así que en breve no podré ni leer la Fotogramas en el servicio.Y sobre el monólogo que suele mantenerme ocupado... Sigue a medio gas, o quizás menos. Los momentos en que me parezco gracioso y escribo algo nuevo no compensan todo lo que acabo borrando deprimido después de ver algún cómico insuperable de la Paramount Comedy, o tras la conjunción "cervezas+tarde de domingo+café-teatro". Es decir, atrapado en un bucle que va haciendo menguar lo escrito a ojos vista. ¿Alguna sugerencia, por favor? ¿No? ¿¿Es que ésto no lo lee nadie??

Ah no, todo igual no. Mi firme convicción de no comer carne jamás ha durado aproximadamente unos setenta días realmente duros. La culpa la tuvo un día tonto y un Kentucky Fried Chicken, ¿cómo se habrán enterado de que mi talón de Aquiles es el pollo marinado y con rebozado crujiente? Así que para compensar un poco a mi autoestima, he vuelto a pisar el gimnasio. Con limitaciones, claro. Pilates prohibido. De aikido ni hablamos. Pero coger una mancuerna...hay poquísimas cosas que puedes hacer con un brazo inútil, y si te explayas en las que sí corres el riesgo de tener unas agujetas acojonantes en un plazo de 48 horas. Así que de momento, lo más emocionante que me ha pasado hasta ahora ha sido intentar darme de baja de Ono. Por cierto, una de las experiencias más surrealistas de toda mi vida, palabra de honor. Lamento profundamente no haber grabado las conversaciones con las teleoperadoras, aunque prometo hacer memoria de todo el proceso y postearlo de la forma más fidedigna posible. A la misma hora, en el mismo canal, no se lo pierdan.

2 comentarios:

  1. Vaya, vaya, otro espeluznante capítulo del blog. Creí que me caducaría antes de leer otro. Ahora que has cogido carrerilla, imagino que escribirás más, aunque esa intención sólo dure lo que los propósitos de buenas intenciones que suele conllevar el inicio de año. Una cosa me ha dejado intrigado ¿ha llegado a haber sangre con los de ONO, o no habéis pasado de los descalificativos? Bueno, te veo en el baile de esta noche, ¿verdad?

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  2. Efectivamente, imagino que el próximo será para marzo, cuando mi cumpleaños traiga las preocupaciones existenciales de todos los años. ¿Baile? ¿Qué baile? (Paco, que aquí tengo una reputación...)

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